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Revista Toma Lo Tuyo

¿Amamantar en público? ¡Claro que sí, y donde sea necesario!

En pleno Siglo XXI, cuando la ciencia ya se cansó de probar los beneficios de la lactancia materna en el desarrollo de los niños amamantados, hay quienes se atreven a condenar una práctica que está lejos de lucir desagradable ante los ojos de cualquier persona, y parecer más un acto de amor puro. “Opinión”

Cuando una mujer se encuentra a punto de dar a luz, la mayoría de profesionales de la salud que la ven a lo largo de su embarazo, le recomendarán que una vez nacido su bebé, lo empiece a lactar de manera exclusiva. Esto quiere decir que la madre dará únicamente leche materna a su bebé durante los seis primeros meses de vida (sí, hasta un sorbo de agua echaría a perder dicha práctica).

Hasta ahí parece fácil, pero resulta un reto, debido a que el bebé en sus primeros días de nacido, pedirá pecho con cierta frecuencia, de día o de noche, a cualquier hora y en cualquier lugar. Como lo mencioné antes, el desafío consiste en mantener esa exclusividad durante seis meses con el fin de aprovechar al máximo los innumerables beneficios proporcionados por este alimento.

Entre los beneficios demostrados, se encuentra que es un alimento que provee al bebé de todos los nutrientes necesarios, en cantidades suficientes, para continuar con su desarrollo. Además, tiene efectos directos sobre la salud del recién nacido: lo protege contra algunas enfermedades que a esa edad suelen presentarse, como diarreas, neumonía y a largo plazo, reduce el riesgo de presentar sobrepeso u obesidad. Sumado a esto, fortalece los lazos entre la madre y el bebé.

Dicho esto, no se entiende por qué algunas personas catalogan la lactancia en público como un acto obsceno, desagradable o cochino. No me cabe en la cabeza que alguien sea capaz de acercase a una madre a pedirle que deje de amamantar en público, que haga mala cara en el TransMilenio cuando, en la silla azul que tiene al frente, se sienta una madre que debe alimentar a su bebé.

Estamos hablando de una vida humana que está en crecimiento y necesita un aporte nutricional completo, de una madre que quiere lo mejor para su bebé, pero que en ocasiones se siente intimidada o aferrada al “qué dirán” y de personas que ignoran todo lo anterior y asumen una postura arcaica que les hace pensar que exponer un seno para alimentar es un comportamiento antinatural.

Por supuesto que no sólo quienes estamos vinculados a las ciencias de la salud debemos ser abanderados y defensores de la lactancia materna. Es deber de todos velar porque los derechos de los niños sean respetados y qué mejor forma que conociendo las ventajas de una práctica tan antigua pero tan vigente que no deja de sorprendernos por sus infinitos beneficios.

¿Has presenciado o sido directamente perjudicada por algún acto de rechazo a esta práctica? Cuéntanos al final de esta nota.

Juan Camilo Mesa.
Microbiólogo Industrial. PUJ
Estudiante de Nutrición y Dietética.
@mesacons

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